miércoles, 4 de mayo de 2016

Vinos en oferta: De buena calidad

Muchas veces se discute sobre si los vinos en oferta son de buena calidad ¿Qué es la buena calidad?Siempre encontramos opiniones diferentes. Que si los vinos van fríos, que si el capuchón bueno es el de estaño, que el corcho sintético es una falta de respeto y tal. Y eso es así, un poco porque en el vino todo es materia de opinión y otro poco porque los argentinos hacemos un debate de todo. Para cortar por lo sano la próxima vez que se destape una botella, en esta nota despejamos diez puntos a favor y en contra de cada una de las charlas clásicas en la materia.
Vinos en oferta: De buena calidad

No al hielo en la copa. Para los bebedores de tinto como aperitivo, como compañero de comidas y como quitapenas a contar de las 11 de la mañana, el hielo en la copa es un factor fundamental. Con esas rocas heladas además de bajarle la temperatura, lo diluyen y se evitan la mamúa. Pero a la hora del buen sabor, lo mejor es enfriar el vino en la heladera y alternar una copa de vino con una de agua. El efecto es el mismo. El sabor, no.
Sí a los tragos. Hay una eterna polémica entre los adoradores de la sangría y los puristas del vino. Y la verdad es que en el tema de las combinaciones, ambos tienen razón. Por un lado, los buenos vinos se beben puros. Por otro, los malos o mediocres, ganan mucho con unas rodajas de durazno y azúcar en una eterna y refrescante sangría. Y eso, para no hablar de la coctelería moderna que hoy emplea espumantes para hacer ricos Spritz –como Aperol, con Norton Cosecha Tardía- el tragos de moda que combina bitters con vinos espumantes.

VINOS EN OFERTA DE CALIDAD

No al decanter. ¿Cuántos vinos de las décadas de 1970, 1980 o 1990 tomás a la semana? ¿Ninguno? Entonces olvidate del decanter, que sirve precisamente para oxigenar los vinos viejos y a la vez evitar que las borras lleguen a la copa a enturbiar el trago. Gastar dinero en una aparatoso decantador es más bien una inversión para la vitrina de los trofeos que una compra para el uso corriente.
No a los puntajes. Fueron y todavía son una moda: ponerle una nota a un vino es reducirlo a poco y nada, pero también sirve para decirle a un consumidor que, al menos a los ojos del juez, un vino de 93 puntos es más valioso que otro de 90. Ahora, ese mismo juez, con ese mismo vino, en una segunda oportunidad, podrá cambiarle el puntaje. Y eso, para no hablar del consumidor que con toda justicia no sabrá diferenciar entre los 89 y los 90 puntos. En todo caso, siempre será mejor el viejo y mal ponderado: “gusta” y “no gusta” que ahora reedita (y mal) Facebook con su iconografía de pulgares arriba.
Sí a los blends. Parece mentira, pero en la calle hay gente que suelta de cuerpo afirma “yo solo bebo Cabernet” o “sólo Malbec”. Qué disparate. Es en los cortes donde se consiguen siempre las mejores expresiones. Es en ellos donde se conservan los misterios del sabor y el arte de las bodegas. Probá con Carrascal 2007 que esta cosecha un gol, uno raro y nuevo como Zemlia Evolución Blend 2010 o el personalísimo RD 2012. Cada uno en su rango de precio y estilo son buenas muestras de lo que puede ser un blend.

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